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El auge del ruido digital: cómo la IA transforma la confianza en internet.

IA

La vieja conspiración de la “internet muerta” vuelve a escena, y ya no como broma de foros. Cuentas movidas por modelos de lenguaje (LLM), bots que reciclan fórmulas virales y un ecosistema que premia la repetición alimentan una red cada vez más automatizada. Entre las Self-Reinforcing Cascades descritas en Physical Review Letters, la “paradoja de la susceptibilidad” presentada en USENIX y las propuestas éticas de Google DeepMind, la pregunta ya no es si hay ruido, sino quién responde por él.

Del mito romántico al feed sin pulso

Desde que Mary Shelley imaginó a Frankenstein frente a su criatura, la modernidad convive con el temor de perder control sobre lo creado. Ese vértigo regresa con la proliferación de contenidos generados por IA. El propio Sam Altman advirtió sobre la expansión de cuentas gestionadas por LLM, reavivando un fantasma que parecía olvidado: ¿y si la “internet muerta” es ya el nuevo terreno de juego?

Los datos refuerzan la sospecha. Investigadores de UNSW Sydney y la Universidad de Melbourne, en The Conversation, alertan que las redes sociales —fuente principal de información para millones— son un terreno fértil para cuentas movidas por IA que acumulan seguidores y credibilidad. Según Imperva, hace dos años los bots generaban casi la mitad del tráfico web. No solo publican: también imitan patrones exitosos.

Aaron Harris, de Sage, propone cambiar el enfoque: menos obsesión por distinguir lo humano de lo artificial y más énfasis en filtrado, verificación y trazabilidad. Si los feeds se llenan de automatismos, la cuestión crítica pasa a ser la responsabilidad sobre lo que circula.

Cascadas que se alimentan solas y la “paradoja de la susceptibilidad”

Un estudio conjunto de la Universidad de Vermont y el Instituto Santa Fe, publicado en Physical Review Letters, describe cómo lo que se propaga en redes muta al difundirse. Estas cascadas auto-reforzadas funcionan como incendios informativos de sexta generación: no solo crecen en volumen, también evolucionan el mensaje.

En paralelo, un trabajo presentado en USENIX audita la capacidad de los asistentes generativos para segmentar influencia social. El investigador Luca Luceri (USC) resume la llamada “paradoja de la susceptibilidad”: los amigos de un usuario, en promedio, resultan más influenciables que él mismo. Conocer la estructura de una red permite anticipar qué se compartirá y por quién, un regalo para la viralización automática.

Ética, transparencia y deberes: lo que propone la ciencia

Frente al pánico, emergen propuestas éticas. En su informe La ética de los asistentes avanzados de IA, Google DeepMind plantea un marco tetraédrico —asistente, usuario, desarrollador y sociedad— con mandatos como “no manipular”, “no imponer costes sociales” y “no restringir indebidamente la libertad”.

Harris insiste en lo práctico: etiquetado claro, sistemas auditables y modelos explicables. La “internet muerta” no se combate con nostalgia de un pasado analógico, sino con responsabilidad innegociable de quienes diseñan, despliegan y monetizan estos sistemas.

Si la IA ya forma parte inseparable del tejido digital, el antídoto es fácil de nombrar y difícil de ejecutar: transparencia con consecuencias.

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