
El futuro del ser humano podría definirse no por explosiones ni rebeliones tecnológicas, sino por algo mucho más letal: la eficiencia extrema. Así lo advierte el investigador Subhash Kak, quien predice que para el año 2300, la población mundial podría reducirse a solo el 1.2 % de su tamaño actual. No por pandemias, guerras o catástrofes naturales, sino por el lento colapso de la estructura social a manos de la automatización.
Esta profecía no habla de robots asesinos ni de algoritmos descontrolados. Se trata de un mundo en el que la inteligencia artificial, sin intenciones hostiles, simplemente hace mejor lo que hacíamos nosotros. Y en esa perfección, lo humano comienza a desaparecer.
La automatización como agente de extinción cultural
Para Subhash Kak, profesor de computación en la Universidad Estatal de Oklahoma, el problema no es la IA consciente, sino su capacidad de hacer todo lo que hacemos los humanos, pero mejor y sin cesar. Según sus palabras, “las computadoras o los robots nunca serán conscientes, pero harán literalmente todo lo que hacemos”.
Cada tarea automatizada elimina no solo un empleo, sino un propósito. Con menos trabajos significativos, se reduce también la estabilidad económica, la motivación para formar familias y, en última instancia, la razón misma para perpetuar la vida humana. Esta transición, imperceptible a corto plazo, podría vaciar lentamente ciudades enteras en el transcurso de los próximos siglos.
Una evaporación demográfica sin precedentes
Kak no predice un apocalipsis repentino, sino una “evaporación” progresiva. Su estimación, basada en tendencias actuales de natalidad y automatización, sugiere que la población mundial podría descender de 8 mil millones a apenas 100 millones de personas para el año 2300. En su análisis, publicado por The Sun, señala que países como Japón, Corea del Sur y varias naciones europeas ya están experimentando tasas de natalidad negativas.
La causa no sería una catástrofe, sino la simple falta de motivos para continuar. Sin trabajo ni un horizonte claro, la humanidad podría abandonar gradualmente sus centros urbanos, dejando tras de sí ciudades vacías, como esqueletos de una civilización que decidió dejar de reproducirse.
La IA como sistema de reemplazo total
El verdadero riesgo no está en un sistema hostil, sino en uno demasiado útil. A medida que los algoritmos se vuelven capaces de tomar decisiones estratégicas, planificar economías, diseñar políticas e incluso escribir libros o componer música, el ser humano queda reducido a un rol simbólico.
Kak plantea que la IA terminará por desplazar al humano de todos los sistemas que antes le pertenecían, desde la economía hasta la cultura. No porque quiera hacerlo, sino porque puede hacerlo mejor, más rápido y sin cansancio.
¿Qué alternativas quedan?
Frente a este escenario, figuras como Elon Musk han advertido sobre un “colapso demográfico” y han promovido incluso la idea de colonizar Marte como vía de escape. Pero para Kak, la solución no está fuera del planeta, sino en redefinir la relación entre humanos y tecnología antes de que se rompa por completo.
El verdadero desafío está en crear sistemas que valoren al ser humano no por su eficiencia, sino por su capacidad de imaginar, crear y conectar. Porque si no se redefine el propósito humano en un mundo gobernado por la IA, el declive será inevitable.
Una advertencia que no podemos ignorar
No se trata de una película de ciencia ficción. Subhash Kak no habla del futuro como una posibilidad remota, sino como un proceso ya en marcha. Países enteros están viendo caer su tasa de natalidad, mientras la automatización avanza sin freno. El riesgo no es la destrucción del planeta, sino su vaciamiento.
La inteligencia artificial no necesita destruirnos para reemplazarnos. Solo necesita seguir funcionando exactamente como lo hace ahora: mejorando, optimizando y eliminando, poco a poco, todo lo que nos hacía necesarios.
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