
Un robo de cuenta de WhatsApp puede ir más allá de lo personal. En este artículo, descubrirás los motivos reales detrás del interés criminal por esta app, los métodos más recientes y cómo protegerte de un ataque que podría afectarte más de lo que imaginas.
El objetivo de los ciberdelincuentes va más allá de tu número
WhatsApp se ha convertido en una herramienta esencial en nuestra rutina diaria. No solo la usamos para charlar con familia o amigos, sino también para gestiones laborales, trámites y otras acciones sensibles. Por eso, perder el control de la cuenta puede derivar en graves consecuencias.
Carlos Santa Cruz, director de Tecnología en Lynx —empresa especializada en prevención de delitos financieros—, advierte que los delincuentes se centran en WhatsApp por su enorme alcance y la confianza que genera entre usuarios. Suplantar tu identidad o extorsionar con datos personales son solo algunas de las posibilidades que se abren una vez logran entrar.
Una estafa reciente lo deja claro: mediante una videollamada, los estafadores se hacen pasar por soporte técnico y te piden compartir pantalla. Así acceden a tu código de verificación y toman el control de tu cuenta.
Lo que puedes hacer para evitar que te pase
La primera regla es desconfiar. Evita aceptar videollamadas de desconocidos y nunca compartas pantalla si no estás 100 % seguro de con quién hablas. El código de verificación que llega por SMS es personal e intransferible. Si un tercero lo ve, puede expulsarte de tu cuenta en segundos.
En caso de que ya hayas sido víctima, actúa con rapidez: contacta inmediatamente con WhatsApp y denuncia el caso ante la Policía Nacional o la Guardia Civil. También es recomendable avisar a tus contactos para que no caigan en engaños provenientes de tu número.
La prevención, como destaca Santa Cruz, pasa por una vigilancia constante. Verificación en dos pasos, limitar los permisos de las apps y adoptar una actitud crítica ante cualquier mensaje o llamada inesperada son esenciales para reducir riesgos.
Tecnología, justicia y usuarios: una lucha conjunta
Más allá de la responsabilidad individual, el sistema debe actuar. Las fuerzas de seguridad en España cuentan con unidades especializadas en delitos cibernéticos. Ellos pueden rastrear a los responsables mediante huellas digitales como IPs o patrones de comportamiento.
Lynx, por su parte, apuesta por inteligencia artificial para detectar fraudes en tiempo real. Esta tecnología permite anticiparse a los movimientos sospechosos y cortar el problema de raíz.
El mensaje final es claro: la colaboración entre usuarios, empresas tecnológicas y autoridades es imprescindible para frenar una amenaza que crece sin pausa. Estar alerta ya no es suficiente; hay que actuar con conocimiento y rapidez.
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